21 de febrero
El presidente estatal del PRI, Guillermo del Valle Reyes tiene un pasado que le enrarece su presente. Desde que quiso ser líder de los estudiantes de la UAEM hasta la fecha, ha sido capaz de cualquier cosas para obtener lo que desea, así tenga que traicionar o traicionarse a si mismo.
David Monroy
El rostro de Juan Salgado Brito, por primera vez candidato a la gubernatura de Morelos se petrificó; apretó los dientes, pero no explotó contra quien le escupía insultos y advertencias de todo tipo después de haberse denodado, hasta la indignidad, en servilismos, lisonjas y promesas para “comprobar” su lealtad al abanderado priísta.
Guillermo del Valle Reyes, frustrado aspirante al liderazgo de la FEUM a principios de los 90, pretendía enderezar su fallida carrera: tras perder las elecciones internas para la presidencia municipal de Cuautla frente al notario, Neftalí Tajonar buscaba colarse entre los candidatos a diputado de ese municipio y esa mañana –a horas del cierre de registros—materialmente absorbió a Salgado Brito cuando salía de su casa de campaña en Cuernavaca.
Con una falsa humildad que rayaba en la humillación, le siguió desde la puerta de su oficina hasta la camioneta que esperaba afuera. Se subió si más. Adentro continuó con el largo inventario de lisonjerías y recordatorios de su lealtad a toda prueba: “señor, yo siempre he sido su aliado, su soldado, déjeme seguirle sirviendo. Déjeme ser candidato a diputado…”
--- Guillermo, esa posición es para el líder de la CTM en la región (Florencio Rendón Morales. Si es verdad que me eres leal, ayúdame a ganar las elecciones en la región oriente y súmate a la campaña de Neftalí Tajonar.
Del Valle no se esperaba esa respuesta, al menos así lo recuerdan dos personajes que les acompañaban en la suburban del candidato. “Señor, siempre le he sido leal; siempre le he ayudado, quiero ser diputado y le prometo que desde el Congreso del estado le daré todo lo que me pida, haré todo lo que me pida. Soy su soldado”.
Salgado Brito no cejaba. Le miraba y pensaba rápidamente. “Señor, es más, déjeme organizarle las primeras giras de trabajo por Cuautla…”
-- Guillermo, mi decisión es que no serás candidato. Ya tengo compromisos. Te garantizo que cuando ganemos la gubernatura te buscaré un espacio en la administración pública. Del Valle estalló, maldijo y advirtió al candidato. El ahora defenestrado presidente del PRI creía que su cercanía a la esposa de Salgado Brito en algo había influido, pero no. “!Son chingaderas Juan! Si no soy candidato a diputado se voy a ir al PAN y me vale madres lo que le pase a usted…”
Con una seña, Salgado Brito paró la camioneta y esperó en silencio a que Del Valle se bajara ante los ojos del chofer del candidato y de su entonces secretario particular, Manuel Martínez Garrigós. En apenas tres minutos, del Valle Reyes pasó de la entrega total a la amenaza.
Ese día, por la noche, tras una gira de trabajo. Salgado Brito llamó a Manuel Martínez y le dijo: “Mira, háblale a (Luis Arturo) Cornejo, dile que registre a Guillermo como candidato a diputado. Total, Rendón ni siquiera se ha reportado conmigo…”
-- Licenciado, los registros ya se cerraron en la tarde, contesto Martínez Garrigós.
-- Tú dile a Cornejo que lo registre, por favor…
Meses más tarde, la popularidad de Neftelí Tajonar en Cuautla empujó a Del Valle Reyes al Congreso local y colaboró para que la diputada local, Maricela Sánchez Cortés ganara la diputación federal por la región oriente de Morelos. En una elección sin precedentes, Juan Salgado Brito perdió por segunda vez la gubernatura –la primera fue en 1998, cuando estuvo a punto de ser gobernador sustituto— mientras del Valle y Maricela iniciaron un idilio con el poder, la política y el dinero, del cual, del Valle Reyes siempre ha resultado más beneficiado, independientemente de tomar como asidero político el grupo contrario a Salgado Brito.
Si bien es cierto que la crisis por la que atraviesa el PRI no es nueva ni tiene un solo responsable, si es cierto que desde el arribo de Maricela Sánchez Cortés al liderazgo priísta en el 2000 y la sesión en propiedad que hizo años más tarde a favor de su pareja sentimental Guillermo del Valle Reyes, ha arrojado los peores momentos para ese partido, no sólo por el sectarismo con que se maneja la conocida dupla de oriente, sino también por su desmedida ambición, la insolencia con que tratan a la clase política de ese partido y el prohijamiento de diversos enfrentamientos entre priístas, algunos de los cuales han derivado en confrontaciones graves de donde han salido heridos y amenazas de muerte. Ni qué decir del deterioro político, de imagen y económico del otrota partido de las mayorías, han considerado durante los últimos años en diversos momentos y ante los medios de comunicación los ex gobernadores, Antonio Riva Palacio López, Jorge Carrillo Olea, Jorge Morales Barud y Jorge Arturo Garcìa Rubí así como diversos personajes de la clase política de se partido como los expresidentes del PRI, Jorge Meade Ocaranza, Luis Manuel González Velázquez, Jorge Martínez Salgad o Laura Ocampo Gutiérrez.
Desleal
El enfrentamiento personal y legal que encabeza el grupo de del Valle-Sánchez con sus enemigos de siempre y ex aliados es signo inequívoco de que Del Valle Reyes ha traicionado todo y a todos, asegura César Cruz Ortiz, ex líder estatal del Frente Juvenil Revolucionario (FJR), ex diputado y ex impulsor de Del Valle Reyes. “Guillermo es capaz de vender a quien sea con tal de salir beneficiado. Ha traicionado a sus amigos, a su propia esposa y a su partido al que ha sumido en su peor crisis económica y política”.
Cruz Ortiz insiste que la tortuosidad con que Del Valle de maneja es resultado de su propia formación personal, que le ha valido confrontarse a sus amigos, mentir para obtener lo que sea y humillarse para conseguir lo demás. El entrevistado, quien en su momento apoyó con dinero y sostén político al también ex diputado federal, recuerda que cuando éste pretendía ser líder de la FEUM “no sólo me traicionó a mi, sino que también lo hizo con su amigo Andrés González” ex dos veces candidato a la alcaldía de Cuautla y ahora secretario técnico del Consejo Político Estatal (CPE).
“Guillermo del Valle siempre ha sido un muerto de hambre”, dice secamente Cruz Ortiz cuando se refiere al crecimiento económico de su rival político. Según él, a mediados de los años 90 “le pidió prestado a Andrés González un predio en Cuautla y dinero para poner una casa de materiales. Al cabo de unos meses, la mujer de Andrés tuvo que ir a sacarlo de la propiedad porque no se quería ir y además pretendió poner a su nombre el terreno”.
Pero de las primeras andanzas de del Valle Reyes tampoco tiene muy buenas notas el ex presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios de Morelos (FEUM) Julio Ernesto Pérez Soria, actual secretario de asuntos legislativos del Congreso del estado. Recuerda que como presidente del consejo electoral estudiantil tuvo que evitar el conteo de urnas con votos en la preparatoria de Cuautla, el IPRO y en la escuela de enfermería de la UAEM, aquí en Cuernavaca.
“Guillermo infló las urnas y por eso dije en ese tiempo –1991—que no sabía quien iba a ser el líder de la FEUM pero si sabía quien no iba a ser. Nosotros lo apoyamos inicialmente, le dábamos dinero para que invitara comer a los consejeros universitarios por lo menos una vez al mes, bueno, hasta Acapulco se los llevó. Luego nos traicionó” cuando se unió al grupo de uno de los hombres cercanos al gobernador, Antonio Riva Palacio: Luis Manuel González, secretario de administración y posteriormente diputado local.